Si es que una palabra tuviese la fuerza de significado para resumir el viaje seria, aventura. George y yo salimos de Lima la noche del miércoles, la idea era preparar la avanzada y ver que todo en Cañete este listo para la llegada de las cosas y del equipo. Las cosas llegaron en la madrugada del jueves y el resto de los chicos llegaron a las 6 AM. Desayunamos y esperábamos que la camioneta llegue para empezar el camino a Cotahuasi, para seguir a Aisa y finalmente caminar hasta Tupe. Las camionetas, tres en total, llegaron a las 9 AM, luego nos tuvimos que detener en las oficinas del ministerio de Salud de Cañete para que certifiquen que la medicina que habíamos llevado estaba en buenas condiciones, el trámite fue largo y recién pudimos salir de Cañete como al medio día.
Salimos de cañote y llegamos a Cotahuasi, el camino es largo, son 3 horas en una carretera que por tramos se vuelve sinuosa, pero con buena pericia se llega sin problemas.
Cotahuasi, es el primer lugar que nos recuerda que no estamos en la ciudad, el cielo gris de lima se torno en uno limpio y de azul envidiable, el aire era puro y el rio de un color cristalino, que emocionaba a todos los que en silencio apreciábamos el espectáculo. Almorzamos allí. En Cotahuasi tuvimos que dejar a Valentina, ella se estaba sintiendo mal y decidió quedarse en la residecia medica del lugar, fue una dedición responsable por que lo que venia después, un camino duro pero místico.
De Cotahuasi subimos en las camionetas hasta Aisa, el camino era a través de quebradas que a ratos nos hacían contener la respiración. Llegamos a Aisa aproximadamente a las 5 de la tarde, Marta, Maria Paula, Vanesa, Lucy, Iris, y Sandra (La encargada del centro de Salud) empezaron la caminata. Me quede junto con George, Pablo Casas (profesor de Tupe) Paul (niño de Tupe) y dos amigos tupinos mas, esperando que termine de llegar las camionetas para poder cargar los burros y empezar el camino.
Después de un arduo trabajo que tomo varias horas pudimos alistar los 14 animales, entre burros y caballos, que nos
acampanarían hasta nuestro destino. Salimos a las 7:30 PM, nos dio temor hacer el camino en total oscuridad, pero lo cierto era que teníamos que asegurar que toda la carga llegue hasta Tupe. Empezamos el camino con ánimo y con mochilas muy pesadas, pero con la certeza de que íbamos a llegar.
El camino era estrecho y lleno de piedras, con una pequeña linterna y antorchas artesanales estábamos a la retaguardia arreando los burros y cuidando que ninguno se desvíe, con nosotros estaba Gaby una amiga del ministerio de Salud que se animo a ultima hora a hacer el viaje de Aisa a Tupe, los tres nos dábamos ánimos y pendientes siempre de la carga y de los animales.
Sin embargo el oxigeno en el aire escaseaba, los dolores de cabeza y la dificultad para caminar eran los principales obstáculos, los burros, conocedores del camino, avanzaban sin necesidad de luz ni descanso. Se sentía cada paso como un reto y los ánimos que nos dábamos era básico para no desfallecer. Las mochilas con el paso del tiempo, se volvían más pesadas y molestosas. Era la diez de la noche y todavía no se veían las luces de Tupe, la desesperacion y las caídas bajaban nuestro animo, nos hacían dudar pero aun así teníamos que seguir. Había pequeños momentos de descanso, los amigos tupinos tenían que aseguraban la carga en los burros, mientras que nuestros amigos hacían eso, nosotros simplemente nos dejábamos caer para recuperar el aliento. En esos momentos críticos, alzábamos la vista y podíamos apreciar un cielo estrellado que nos dejaba atónitos, era increíble el contraste con el cielo limeño, las estrellas fugaces surcaban el firmamento como dueñas de casa, aquel espectáculo nos daba un halito de esperanza para seguir el camino. Llegamos finalmente a Tupe a las 11:30 de la noche, agotados, pero con la tranquilidad de que toda la ayuda que llevamos estaba en Tupe y se quedaría en Tupe.
Estando en Tupe, nos encontramos con el resto del equipo. En la noche se planeo el siguiente día, la sopa caliente que se preparo repuso bien las fuerzas y nos preparo para el sueno. Sandra nos ofreció el centro de salud para descansar. El frió de la noche solo nos hizo recordar que la gente de Tupe estaba durmiendo en carpas y pasándola peor que nosotros.
Al día siguiente nos dimos con la sorpresa de que nuestros planes tenían que cambiar un poco. Nuestra idea original era llevar 40 packs para 40 familias. A parte de la medicina que era para el centro de Salud. Sin embargo Sandra nos explico que esa lógica no iba a funcionar, por que lo que ocasionaría conflictos entre los pobladores. Así que se decidió dar los packs enteros a las familias que se habían desprendido de sus animales de carga y nos ayudaron, que también coincidió que era el grupo menos favorecido. El resto de los paquetes se distribuyo en paquetes mas pequeños para que todas las familias reciban algo de lo que habíamos llevado, Sandra nos contó que había familias que si bien ya tenían algunos víveres no tenían mantas, y viceversa. Nosotros no podíamos imponer ninguna lógica por lo que no conocíamos la zona, ni el estado de las relaciones sociales. Así que la decision de Sandra fue acertada y entendible.
Nuestra primera caminata por Tupe nos devela lo que no pudimos apreciar de noche, las casas destruidas, las carpas en las plazas, los pobladores trabajando limpiando los caminos. La destrucción por el terremoto es fuerte. La escuela con la única computadora que contaba el pueblo se había derrumbado. Pero el terremoto no es el único mal que han tenido que soportar, los estragos del friaje también se hace notar, así como la pobreza material en la que están, los niños con manchas en la piel, mostrando las deficiencias vitamínicas, niños con el pelo descolorido por falta de alimentación, etc. Muy pocos ambientes habían resistido y estaban habitables. Pero los pobladores se han dividido el trabajo, algunos están limpiando los canales de regadío, otros los caminos etc. El sentido de comunidad aquí es donde tiene mayor significado, el trabajo compartido por una causa común nos enrostra mucho de lo que se ha perdido en lo que llamamos progreso, son una comunidad en un mundo de individuos.
Siendo las nueve de la mañana nos acercamos a la plaza, listos para la fiesta con los niños. Marta, Maria Paula, Iris, George, Lucy hicieron un magnifico trabajo. Vannesa tuvo como misión de tomar las fotos de la condición en la que se encontraba el pueblo. Los niños con las caras pintadas estaban dibujando en la plaza o sobre las cartulinas que les proporcionamos. El momento de las pintas llego, muchos de los niños no conocían que era una piñata, así que tuvimos que explicar la mecánica más de una vez. Al final desorden, como siempre, pero es el desorden que vale, de los niños corriendo con sus caramelos y de un momento de alegría y de expectativa por la lluvia de dulces.
De la entrega ya se ocupo Sandra con los profesores, nosotros nos retiramos a disfrutar del paisaje y de lo maravilloso que es Tupe. Salimos de Tupe y el camino de regreso se nos presento mas fácil de lo que pensamos, lo pudimos hacer en dos horas. El sendero es increíble y los paisajes ya nos provocaba añoranza. El camino lo hicieron con nosotros una pareja de señores de Tupe, la madre de la señora había fallecido en Lima, había sido trasladada desde Tupe por que había sido herida a causa del terremoto. Llegamos a Aisa y empezamos el camino de regreso a Cotahuasi, a mitad de camino nos encontró la camioneta que nos iba a recoger. En ella hicimos el camino de regreso a Cañete y luego abordamos el Bus a Lima.
Aquí he tratado de resumir lo que paso, pero estén conscientes que ni mil textos pueden aprehender toda la experiencia ni lo vivido. Tengo la certeza de tener la sensación de que fue una buena jornada y que valió la pena y como se dijo al principio: Fue toda una aventura.
NOTA:
Tupe ha sido muy afectado por el terremoto, pero lo es también por la exclusión y el olvido en que viven. Se necesita mucho trabajo allí, un trabajo inteligente que pueda concertar un modo de vida y cultura diferente a lo que estamos acostumbrados y la necesidad de un progreso que eleve la calidad de vida de sus pobladores. Las labores de reconstrucción son urgentes, lo que no quiere decir que sea sin planificar, y lo cierto es que todo intento debe tomar como voz principal a sus propios pobladores, ellos más que nadie tienen el conocimiento de lo que necesitan.
Desde aquí se hace el llamado y se lanza el reto de ayudar a Tupe, esperemos que organizaciones o agencias que tengan la capacidad de tomarlo lo hagan con responsabilidad y respeto.
El itinerario:
Lima - Cañete: 2 horas (bus)
Cañete - Cotahuasi: 3 horas (camioneta)
Cotahuasi - Aisa: 1 hora. (Camioneta)
Aisa - Tupe: 3 - 5 horas, Caminando.
Hasta otra oportunidad: SOLAC, José Luis.